Ayer, Roy Loriaga nos sorprendía, me sorprendía con este fantástico artículo. Y es que tal vez, sólo sea cuestión de eso, de pensar en jirafas.
Es solo
miedo, miedo lento y largo, dentro de una larga noche... cuando la
noche debiera ser una sábana bordada".
Así le
cantaba Chabuca Granda a una noche como otra cualquiera. Una como
ésta en la que crece la deuda y sube la prima y lo mejor que se
puede decir de un país es que no es tan malo como el otro. Cuando
alguien con cara de mandatario, o mandatario en ciernes, nos dice que
hay que estar tranquilos porque no somos Grecia, parece evidente que
hay que preocuparse. En noches de tal pelo, conviene recordar con
Chabuca que es solo miedo, lento, largo y dentro. Las malas noticias
destruyen el ánimo y el ánimo destruido no genera sino malas
noticias, y así a esa pescadilla infernal se le va acabando primero
la cola y después el cuerpo de tanto meterlo en la boca.
Vale que
no es todo ilusión, pero la ilusión cuenta. Y no me refiero a la
ilusión de los susodichos mandatarios, sino a la de cada uno y cada
cual.
A pesar
de lo que nos quieren hacer creer en sus discursos, la vida de cada
uno la ha resuelto siempre cada uno desde que a un mono le dio por
estirar las piernas, y es la capacidad individual la que fortalece o
desintegra un colectivo. Pregúntenle a Guardiola.
A
Kurt Vonnegut, autor de Matadero cinco entre
otras muchas brillantes novelas, le preguntaron en una entrevista
para The Paris Review cómo había sido su
experiencia en la Segunda Guerra Mundial. Empezó diciendo que al
verse en el frente se dedicó a imitar lo que había aprendido en
algunas películas bélicas. Cuando le preguntaron directamente si
había disparado a alguien, se limitó a responder: "Lo pensé".
Cabría
pensar leyendo esa entrevista y leyendo a Vonnegut en general que no
hay experiencia que aniquile de manera definitiva el sentido del
humor. Poco más se puede hacer durante una noche larga que restarle
al problema el miedo.
Un
famosísimo escritor chino cuyo nombre no recuerdo recomendaba ante
el abismo del miedo pensar en jirafas.
¿Por
qué en jirafas? Preguntó entonces ese discípulo que todos los
grandes escritores chinos no parecen tener siempre convenientemente a
mano.
Porque
las jirafas no asustan a nadie. Respondió el chino sin inmutarse.
Claro
está que no vamos a incrementar el producto interior bruto pensando
en jirafas, pero pensar en monstruos tampoco parece mejor solución.
E insultar a Grecia, menos aún.
A
poco que uno se fije, resulta curioso comprobar cómo el
principio del fin comenzó cuando las noticias de economía saltaron
desde el centro de los periódicos (eso que se llamaba el salmón de
los negocios) a la primera página. La primera lectura de este dato
nos permite establecer de manera creo que sensata que los bancos, la
gran empresa y todas esas extrañas agencias de calificación
escondían entonces sus beneficios con un rubor opuesto a la
gallardía con la que ahora presumen de sus deudas. La explicación a
este fenómeno es bastante clara, en el reparto del desastre tocamos
a más de lo que nos correspondió en su día en el reparto de
beneficios.
Cualquier
economista recién salido de donde sea que salen los economistas les
confirmará inmediatamente que esta pequeña operación de cálculo
corresponde al territorio impune (e inane) de la más ramplona
demagogia, y no puedo sino estar de acuerdo, de ahí que aquello de
pensar en jirafas resulte tan saludable.
Anudados
por las lianas de una jungla que no acertaremos nunca a entender, y
que nadie parece dispuesto a explicarnos, no queda otra que salvarse
uno a uno. Pensando en jirafas o en lo que a ustedes les de la real
gana.
Después
de esta guerra, con un poco de suerte, tal vez podamos responder
algún día como Vonnegut a la pregunta de si le disparamos o no a
alguien durante la contienda.
"Lo
pensé".
Es lo
más cerca que podremos llegar a estar de una conciencia tranquila.
No es
una sábana bordada, pero servirá para conciliar el sueño.
Hoy suena: Rincón exquisito - Second.
cla.
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